Seguidores

Visitor

Mostrando entradas con la etiqueta Melancolía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Melancolía. Mostrar todas las entradas

Para los errores existe el perdón, para los fracasos, oportunidad; para los amores imposibles, tiempo.



Peor que la convicción del "no" es la incertidumbre del TAL VEZ, es la desilusión de un casi. Es el casi el que incomoda, entristece, que mata trayendo todo lo que podría haber sido y no fue.   Quien casi ganó, todavía juega, quien casi murió está vivo , quien casi amó, no amó. Basta pensar en las oportunidades que se escurrieron, en las chances que se pierden por el miedo. Me pregunto a veces, ¿Qué nos lleva a elegir una vida tibia?    Si la virtud estuviese en medio término, el mar no tendría olas, los días serían nublados y el arco iris en tonos de gris. La nada no ilumina, no inspira, no aflige ni calma, apenas amplia el vacío que cada uno trae dentro de sí. Ni la fe mueve montañas, ni todas las estrellas están al alcance, pero preferir la derrota previa a la duda de la victoria, es desperdiciar la oportunidad de merecer.   Para los errores existe el perdón, para los fracasos, oportunidad; para los amores imposibles, tiempo. De nada sirve cercar un corazón vacío o economizar el alma. Un romance cuyo fin es instantáneo o sin dolor, no es romance. No dejes que la melancolía sofoque, que la rutina acomode, que el miedo te impida intentar.   Desconfía del destino y cree en ti. Gasta más horas realizando que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando, porque aunque quien casi muere está vivo ... Quien casi vive, ya murió.


Peor que la convicción del "no" es la incertidumbre del TAL VEZ, es la desilusión de un casi. Es el casi el que incomoda, entristece, que mata trayendo todo lo que podría haber sido y no fue.

Quien casi ganó, todavía juega, quien casi murió está vivo , quien casi amó, no amó. Basta pensar en las oportunidades que se escurren, en las chances que se pierden por el miedo. Me pregunto a veces, ¿Que nos lleva a elegir una vida tibia?

Si la virtud estuviese en medio término, el mar no tendría olas, los días serían nublados y el arco iris en tonos de gris. La nada no ilumina, no inspira, no aflige ni calma, apenas amplia el vacío que cada uno trae dentro de sí. Ni la fe mueve montañas, ni todas las estrellas están al alcance, pero preferir la derrota previa a la duda de la victoria, es desperdiciar la oportunidad de merecer.

Para los errores existe el perdón, para los fracasos, oportunidad; para los amores imposibles, tiempo. De nada sirve cercar un corazón vacío o economizar el alma. Un romance cuyo fin es instantáneo o sin dolor, no es romance. No dejes que la melancolía sofoque, que la rutina acomode, que el miedo te impida intentar.

Desconfía del destino y cree en ti. Gasta más horas realizando que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando, porque aunque quien casi muere está vivo ... Quien casi vive, ya murió.



Error,Perdón,Fracasos,Autor Desconocido,Frases sobre la muerte,desilusión,miedo,Preguntas sin respuestas,Corazón roto,Alma,Melancolía,Sueños Rotos,Esperanza,

Me arranqué la piel, intentando quitar de mi memoria las huellas que tus besos tatuaron en mi cuerpo.

Huellas, Melancolía, Tatuajes en la piel, Tristeza, Nostalgia, Memoria, Emociones,

Perjure y grité, clamando que desaparecieras. Clamé, rogué, solicité a los mil dioses y demonios el saberte lejos y verme a salvo de ti. Me arranqué la piel, intentando quitar de mi memoria las huellas que tus besos tatuaron en mi cuerpo. 

Es increíble pensar cómo un corazón es capaz de aferrarse a un sentimiento más allá de la brevedad que puede vivir tal emoción. Los días que compartimos juntos se traducen, ahora, en milenios de nostalgia y melancolía.

Por eso mismo, me arrastré en el abismo donde las almas abandonan sus maldiciones y ofrecen parte de su pureza para vivir un poco más de tiempo con algo de paz. Llegué al fondo y levanté mi cuerpo a duras penas, sosteniéndome de rodillas, cubierta de barro y dolor, empapada en llanto y tristeza.

La vida es una fiesta, por eso es. que al Son que me toquen bailo.

La vida es una fiesta que nos ofrece diferentes ritmos para ser bailados y sentir así que todos los momentos buenos o malos los hemos asumido y gozado. Hay días en que la melodía nos lleva a hacer derroche de alegría, marcar los pasos que damos con energía, bailando sueltos o agarrados, sintiéndonos confiados; contagiando de ritmo, a todo el que está a nuestro lado. Otras veces la música nos llena de melancolía y escuchando la canción que nos toca el alma, hasta lloramos; ahí preferimos bailar abrazados, para no sentir miedo de caer, ni experimentar soledad en esos momentos que estamos pasando.  Hay que tener presente que esta canción no es eterna, tarde que temprano llega a su final, y en la fiesta de la vida, cuando menos lo pensemos, otro ritmo diferente nos va a sonar. Hay sonatas que nos llevan a reflexionar, nos motivan a encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos más; hay otras canciones que sintonizamos para huir de la realidad; son demasiado estruendosas y aunque quizás no entendemos lo que traducen, no nos deja escuchar todo aquello que nos duele y nos ha de atormentar.  En cualquiera de estas tandas o etapas de la fiesta, quizás por perder el ritmo o dejarnos llevar por la emoción, podemos dar un mal paso y caer; pisar a quien está a nuestro lado o bailar des coordinado, asumiendo un ritmo diferente, al que la vida nos quiere tocar, sintiéndonos perdidos y prefiriendo muchas veces mejor renunciar y dejar de bailar; sentarnos a ver como lo hacen los demás, para criticarlos, reírnos de ellos o simplemente aburrirnos y no darnos la oportunidad de gozar; cuando esto pase, lo mejor que podemos hacer, es detenernos un segundo, respirar profundamente y empezar a bailar otra vez, para intentar coger el ritmo y no dejarnos perder.  Muchas veces decimos que la fiesta estuvo mala porque no supimos o no quisimos bailar, no pareciera que estamos celebrando la vida, sino siendo testigos de nuestro propio sepelio, aunque seamos consientes de que el corazón nos está latiendo.   No es la fiesta, ni la música, ni lo que nos brinden en cada lugar, lo que hará que la pasemos bien o mal somos nosotros quien le ponemos el ánimo que le queramos dar por ello simplemente hay que lanzarnos a la pista y bailar con el alma, vida y corazón, el ritmo y la canción que nos regalará la vida hoy. La vida es una fiesta, por eso es que Al Son que me toquen bailo.


La vida es una fiesta que nos ofrece diferentes ritmos para ser bailados y sentir así que todos los momentos buenos o malos los hemos asumido y gozado. Hay días en que la melodía nos lleva a hacer derroche de alegría, marcar los pasos que damos con energía, bailando sueltos o amarrados, sintiéndonos confiados; contagiando de ritmo, a todo el que está a nuestro lado. Otras veces la música nos llena de melancolía y escuchando la canción que nos toca el alma, hasta lloramos; ahí preferimos bailar abrazados, para no sentir miedo de caer, ni experimentar soledad en esos momentos que estamos pasando.

Hay que tener presente que esta canción no es eterna, tarde que temprano llega a su final, y en la fiesta de la vida, cuando menos lo pensemos, otro ritmo diferente nos va a sonar. Hay sonatas que nos llevan a reflexionar, nos motivan a encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos más; hay otras canciones que sintonizamos para huir de la realidad; son demasiado estruendosas y aunque quizás no entendemos lo que traducen, no nos deja escuchar todo aquello que nos duele y nos ha de atormentar.

En cualquiera de estas tandas o etapas de la fiesta, quizás por perder el ritmo o dejarnos llevar por la emoción, podemos dar un mal paso y caer; pisar a quien está a nuestro lado o bailar des coordinado, asumiendo un ritmo diferente, al que la vida nos quiere tocar, sintiéndonos perdidos y prefiriendo muchas veces mejor renunciar y dejar de bailar; sentarnos a ver como lo hacen los demás, para criticarlos, reírnos de ellos o simplemente aburrirnos y no darnos la oportunidad de gozar; cuando esto pase, lo mejor que podemos hacer, es detenernos un segundo, respirar profundamente y empezar a bailar otra vez, para intentar coger el ritmo y no dejarnos perder.

Muchas veces decimos que la fiesta estuvo mala porque no supimos o no quisimos bailar, no pareciera que estamos celebrando la vida, sino siendo testigos de nuestro propio sepelio, aunque seamos consientes de que el corazón nos está latiendo. 

No es la fiesta, ni la música, ni lo que nos brinden en cada lugar, lo que hará que la pasemos bien o mal somos nosotros quien le ponemos el ánimo que le queramos dar por ello simplemente hay que lanzarnos a la pista y bailar con el alma, vida y corazón, el ritmo y la canción que nos regalará la vida hoy. La vida es una fiesta, por eso es que Al Son que me toquen bailo.


La vida es una fiesta que nos ofrece diferentes ritmos para ser bailados y sentir así que todos los momentos buenos o malos los hemos asumido y gozado. Hay días en que la melodía nos lleva a hacer derroche de alegría, marcar los pasos que damos con energía, bailando sueltos o agarrados, sintiéndonos confiados; contagiando de ritmo, a todo el que está a nuestro lado. Otras veces la música nos llena de melancolía y escuchando la canción que nos toca el alma, hasta lloramos; ahí preferimos bailar abrazados, para no sentir miedo de caer, ni experimentar soledad en esos momentos que estamos pasando.  Hay que tener presente que esta canción no es eterna, tarde que temprano llega a su final, y en la fiesta de la vida, cuando menos lo pensemos, otro ritmo diferente nos va a sonar. Hay sonatas que nos llevan a reflexionar, nos motivan a encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos más; hay otras canciones que sintonizamos para huir de la realidad; son demasiado estruendosas y aunque quizás no entendemos lo que traducen, no nos deja escuchar todo aquello que nos duele y nos ha de atormentar.  En cualquiera de estas tandas o etapas de la fiesta, quizás por perder el ritmo o dejarnos llevar por la emoción, podemos dar un mal paso y caer; pisar a quien está a nuestro lado o bailar des coordinado, asumiendo un ritmo diferente, al que la vida nos quiere tocar, sintiéndonos perdidos y prefiriendo muchas veces mejor renunciar y dejar de bailar; sentarnos a ver como lo hacen los demás, para criticarlos, reírnos de ellos o simplemente aburrirnos y no darnos la oportunidad de gozar; cuando esto pase, lo mejor que podemos hacer, es detenernos un segundo, respirar profundamente y empezar a bailar otra vez, para intentar coger el ritmo y no dejarnos perder.  Muchas veces decimos que la fiesta estuvo mala porque no supimos o no quisimos bailar, no pareciera que estamos celebrando la vida, sino siendo testigos de nuestro propio sepelio, aunque seamos consientes de que el corazón nos está latiendo.   No es la fiesta, ni la música, ni lo que nos brinden en cada lugar, lo que hará que la pasemos bien o mal somos nosotros quien le ponemos el ánimo que le queramos dar por ello simplemente hay que lanzarnos a la pista y bailar con el alma, vida y corazón, el ritmo y la canción que nos regalará la vida hoy. La vida es una fiesta, por eso es que Al Son que me toquen bailo.